HERMANOS
Cuando un niño está enfermo o herido, los hermanos reaccionan de maneras muy positivas y, a menudo, están dispuestos a ayudar. Sin embargo, pueden tener dificultades para adaptarse y necesitarán de tu apoyo.
Cuando un niño está enfermo o herido, los hermanos reaccionan de maneras muy positivas y, a menudo, están dispuestos a ayudar. Sin embargo, pueden tener dificultades para adaptarse y necesitarán de tu apoyo.
Ser hermano de un niño que tiene una enfermedad o herida es una experiencia única. Necesitarán tiempo para adaptarse a las necesidades médicas y de tratamiento de su hermano/a, y a los cambios en la rutina familiar. Si estás en el hospital con su hermano/a, el niño extraña y es posible que no alcance a comprender lo que sucede. Es posible que quieran ayudar, pero que no sepan qué hacer.
Durante este tiempo, los hermanos pueden experimentar un abanico de emociones. Pueden sentirse confundidos, molestos, asustados, entumecidos o preocupados. También pueden sentirse enojados, celosos y hasta culpables. Por ejemplo, es común que un niño sienta celos por el tiempo extra que un cuidador pasa con el/la hermano/a que está pasando por el tratamiento. O que sienta enojo por los cambios que deben hacer en su vida.
Si bien hay un conjunto amplio de emociones que son normales, tu hijo necesitará apoyo adicional en algunos momentos. ¿Cuáles son las señales de que un hermanono está afrontando bien la situación y cómo puedes ayudarlo? A continuación, encontrarás información sobre las reacciones típicas y las señales de advertencia según la edad y el nivel de desarrollo. También puedes visitar Consejos de afrontamiento para hermanos o la página Niños adecuada a la edad de tu hijo para obtener más información.
Señales de que un hermano pequeño tiene dificultades para afrontar la situación
Los hermanos pequeños (de 0 a 4 años de edad) tienden a verse afectados por lo que perciben de los cuidadores y dependen de ellos para construir su sentido de la seguridad. Su capacidad de autorregulación aún está en desarrollo y necesitan de la presencia de un cuidador para distraerse, sentir comodidad y apoyo. Es por esto que pueden vivenciar la separación de los miembros de la familia como una experiencia traumática.
Dado que los niños pequeños también están desarrollando su capacidad de usar palabras, tienen dificultades para expresar lo que está mal y lo que necesitan. Cuando se sienten molestos, tienden a DEMOSTRARLO, en lugar de verbalizarlo. Por lo tanto, es importante que prestes atención a los cambios en su comportamiento para entender cómo se sienten y afrontan la situación. También pueden procesar sus emociones a través del juego, el dibujo y la narración de historias.
Es normal que un niño pequeño presente regresión en sus comportamientos (mojar la cama, chuparse el pulgar, etc.) en respuesta a la angustia. También pueden tener respuestas de sobresalto intensas (nerviosismo, susto o sorpresa), pesadillas y más caprichos y arrebatos. Mantener rutinas y límites de comportamiento los ayudará a sentirse más seguros y les transmitirá una sensación de normalidad. Sin embargo, si algunos de los comportamientos que se indican a continuación se mantiene durante varias semanas o interfieren en la vida diaria, tendrás que consultar a su médico.
Presta atención si tu hijo:
- quiere estar contigo todo el tiempo o quiere estar solo;
- se siente abrumado, nervioso o irritable con facilidad;
- cambia su comportamiento y se vuelve más sensible y callado, o se vuelve contestatario y se mete en peleas;
- tiene problemas para dormir o pesadillas;
- extraña a sus amigos o se siente excluido;
- presenta problemas en la escuela.
Señales de que un hermano en edad escolar tiene dificultades para afrontar la situación
Los hermanos en edad escolar (de 5 a 12 años) han comenzado a desarrollar habilidades para afrontar situaciones molestas, y es posible que hayan adquirido algunas formas de ayudarse a sentirse mejor o calmarse cuando tienen miedo. Pero siguen necesitando de sus cuidadores y sus adultos de confianza para comprender la enfermedad o la herida de su hermano/a y poder afrontarla.
Los niños en edad escolar observarán de cerca a los adultos e interpretarán sus comportamientos no verbales como pistas para determinar la gravedad de una situación y cómo deben reaccionar. Si lo que les decimos no coincide con lo que ven, no creerán en nuestras palabras y recurrirán a su imaginación para completar los espacios en blanco. Por este motivo, es mejor hablar con honestidad y dar explicaciones simples apropiadas para la edad. También es importante generar espacios para que hagan preguntas.
A esta edad, los hermanos pueden experimentar reacciones significativas de dolor y pérdida, aún con una conversación completa. Es normal que estallen o muestren ira por la frustración y la impotencia. Las rutinas, la previsibilidad y los límites de comportamiento los ayudarán a restablecer los sentimientos de seguridad. No obstante, si notas las siguientes señales de advertencia durante varias semanas, o si interfieren en la vida diaria, es posible que debas buscar ayuda adicional de su médico.
Presta atención si tu hijo:
- quiere estar contigo todo el tiempo o quiere estar solo;
- se siente abrumado, nervioso o irritable con facilidad;
- cambia su comportamiento y se vuelve más sensible y callado, o se vuelve contestatario y se mete en peleas;
- tiene problemas para dormir o pesadillas;
- extraña a sus amigos o se siente excluido;
- presenta problemas en la escuela.
Y, por supuesto, no hay un momento equivocado para buscar más apoyo. Nadie conoce a tu hijo mejor que tú. Si te preocupa que algo no esté bien, habla con un profesional médico, un consejero o el especialista en vida infantil de la familia.
Señales de que un hermano adolescente tiene dificultades para afrontar la situación
Los hermanos adolescentes (mayores de 13 años) habrán desarrollado ya ciertas habilidades para afrontar situaciones difíciles y, debido a esto, se los suele percibir como jóvenes adultos independientes. Cuando están molestos pueden tratar de actuar como adultos u ocultar sus sentimientos. Pero ten presente que también necesitan acompañamiento ante una situación nueva y apoyo para afrontarla.
Los adolescentes pueden responder a la enfermedad o herida de su hermano/a y al tratamiento médico con evasivas o exageración (ira intensa, arrebatos emocionales, aumento de la agresión, etc.). También pueden experimentar dolor, ira o frustración significativos cuando sus rutinas y su vida familiar se ven interrumpidas o limitadas. Muchos se sienten cohibidos o les preocupa no encajar entre sus amistades. Es posible que ya no quieran recibir visitas o que sientan que deben llevar una “doble vida”, una en casa y otra en la escuela. Tratar de mantener sus rutinas, los límites y las actividades extracurriculares puede ser útil para que recuperen cierto sentido de la normalidad y el control.
En lo que respecta al estado de salud de un hermano, los adolescentes pueden ser sensibles al sentimiento de fracaso de los padres u otras personas por no haber evitado la enfermedad o la herida. También pueden tener expectativas poco realistas de los médicos o falsas creencias sobre el pronóstico, la recuperación, etc. La muerte puede convertirse en un motivo de preocupación, y muchos harán su propia investigación para llenar los espacios en blanco. Los adolescentes pueden ser sensibles a que no se los incluya en las discusiones sobre la afección o el tratamiento de su hermano/a. Por esta razón, siempre se aconseja tener conversaciones abiertas y honestas y mantenerlos informados lo mejor que puedas.
Es normal y saludable que experimenten un abanico amplio de emociones y reacciones, pero puede haber momentos en los que tu hijo adolescente necesita más apoyo.
Presta atención si tu hijo adolescente:
- quiere estar contigo todo el tiempo o quiere estar solo;
- se siente abrumado, nervioso o irritable con facilidad;
- cambia su comportamiento y se vuelve más sensible y callado, o se vuelve contestatario y se mete en peleas;
- tiene problemas para dormir o pesadillas;
- extraña a sus amigos o se siente excluido;
- presenta problemas en la escuela.
Si estos comportamientos u otros cambios duran más de unas semanas o interfieren en su vida cotidiana, deberías consultar a su médico.