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Encontrar las palabras cuando no hay nada que decir: la experiencia de duelo de los hermanos
Lynn Shattuck / 23 de enero de 2021
Estaba navegando por Facebook el otro día cuando me encontré con esta pregunta en una página que sigo: ¿Qué es lo único que te hubiera gustado oír después de la muerte de tu hermano o hermana?
Pensé en la pregunta durante un día completo, dejándola resonar en el fondo de mi mente. Pasé mucho tiempo considerando todas las cosas que desearía que la gente no me hubiera dicho cuando mi hermano murió, como: “sé fuerte para tus padres” o, “por favor, dile a tu mamá cuánto lo siento, ¿cómo está ella?”
Es duro profundizar más y encontrar las palabras que podrían haberme ayudado en esos días crudos después de la muerte de mi hermano. Como escritora y gran lectora, valoro mucho el poder de las palabras, pero no estoy segura de que las palabras tengan suficiente magia como para calmar la pena de un duelo reciente.
Aflicción por la muerte de un hermano
Tenía 24 años cuando mi hermano Will murió. Él tenía 21. Han pasado más de 20 años, pero construí una vida alrededor de mi aflicción. En los primeros días y meses, no podía imaginar cómo sobreviviría. El dolor de perder a mi hermano era más intenso que cualquier cosa que hubiera sentido antes. Mi pérdida fue física, un latido profundo en el pecho, un remolino de pánico en el vientre que solo se calmaba después de un buen llanto.
No había nada que pudiera hacer para aliviarlo, excepto tal vez el lento paso del tiempo.
La soledad por la muerte de mi hermano era abrumadora. Mi hermano había sido mi rival, una plaga, el guardián de mi infancia, y cuando salimos de la adolescencia, finalmente mi amigo. Se suponía que teníamos que vivir juntos. Mis amigos me apoyaron, pero también eran adultos jóvenes, inmersos en las cosas que hacen los adultos jóvenes: salir, viajar, ir a la escuela, trabajar, vivir sus vidas.
Mi vida, en cambio, estaba interrumpida, me había mudado de vuelta a casa sin perspectivas románticas ni profesionales en el horizonte. Mis padres estaban sufriendo increíblemente y la única otra persona que podía entender lo que yo sentía al ver su agonía era mi hermano, cuya muerte había provocado ese dolor.
Cómo ayudar a alguien que ha perdido a un hermano
Tal vez no haya palabras adecuadas para la muerta de esa persona indispensable en tu vida. En retrospectiva, creo que simples reconocimientos podrían haber ayudado. A los hermanos se les conoce como los dolientes invisibles u olvidados. Ahora que soy madre puedo entender por qué la gente se centró principalmente en mis padres después de que mi hermano murió. Perder a un hijo es terrible, y algo que ningún padre debería tener que soportar. Pero perder a un hermano o hermana también es increíblemente impactante. Mis padres, después de todo, todavía eran padres; yo me preguntaba si seguía siendo hermana ahora que mi único hermano se había ido.
En la época en que Will murió, ni siquiera había libros sobre el tema de la pérdida de hermanos adultos. Escuchar cosas como “esto debe ser tan difícil” me habría ayudado o, al menos, no habría hecho daño. Un amigo sensible me dijo “creo que me volvería loco si algo le sucediera a mi hermano”. Sus palabras me calmaron, porque estaban empapadas de empatía pura en lugar de lugares comunes. Me hicieron sentir menos invisible, menos sola.
Pérdida de hermanos: la pérdida de la vida
El lugar donde existió Will permanece, siempre estará allí. Nunca dejaré de desear que estuviera aquí o de preguntarme qué tipo de tío sería para mis hijos. Cuando mi padre murió el verano pasado, también me afligí por mi hermano. Él debería haber estado allí, transitando este triste momento conmigo.
Como amante de las palabras, podría haberle buscado un nombre a lo que experimenté después de la muerte de Will. Cuando perdemos a nuestros padres, somos huérfanos. Cuando un cónyuge muere, somos viudos. “Hermano en duelo” suena tan clínico, tan formal, tan diferente a la relación que la mayoría de nosotros experimentamos con nuestros hermanos o hermanas. He llamado a la pérdida de un hermano, “la pérdida de la vida”. Cuando una hermana o un hermano muere, perdemos nuestra conexión con el pasado y con el futuro que pensamos que tendríamos juntos. ¿Con quién más esperamos pasar toda nuestra vida, sino con nuestros hermanos?
Tal vez esa frase hubiera sido algo a lo que aferrarse durante la soledad más intensa de mi dolor. O esto: vas a salir de esta, pero no lo superarás. Te dolerá para siempre, pero aprenderás a vivir con el dolor. Tu aflicción es amor, expuesto hacia el exterior, se plegará y se quedará contigo toda la vida… como tu hermano debería haberlo hecho.
Sobre el autor: Lynn Shattuck creció en una selva tropical del sureste de Alaska y ahora, es una escritora que vive en Maine. En este momento, Lynn está trabajando en un libro de memorias sobre la muerte de su hermano. Para leer más de su trabajo, visita su sitio web en http://thelightwillfindyou.com/ o suscríbete a su lista de correo.
**Las declaraciones en este blog reflejan la opinión personal del autor y no representan las opiniones de Ryan’s Case for Smiles. Tampoco deben interpretarse como un consejo médico personal, sino más bien con el propósito de aportar conocimiento general. El lector debe hablar con su equipo de atención médica, o con el de su hijo, para obtener asesoramiento médico.**