QUÉ ESPERAR

En las horas, los días, las semanas e incluso los meses después de la herida o el diagnóstico de enfermedad de tu hijo o hija, es probable que toda la familia se sienta rara. Esto es completamente normal.

Pero ten presente que si las emociones angustiantes interfieren en la vida diaria o se repiten durante un período prolongado (más de 3 meses), podrías estar experimentando síntomas del trastorno de estrés postraumático (TEPT).

En las horas, los días, las semanas e incluso los meses después de la herida o el diagnóstico de enfermedad de tu hijo o hija, es probable que toda la familia se sienta rara. Esto es completamente normal.

Pero ten presente que si las emociones angustiantes interfieren en la vida diaria o se repiten durante un período prolongado (más de 3 meses), podrías estar experimentando síntomas del trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Las emociones que experimenta cada familia después de recibir el diagnóstico de sus hijos varían y están relacionadas con las experiencias vividas. Podrías asustarte con más facilidad o sentir nerviosismo. También, podrías sentir que tu corazón late más rápido cada vez que suena el teléfono o sientes el olor a antiséptico para manos.

Podrías tener dificultad para conciliar el sueño o dormir. Y hasta podrías revivir en tu mente una y otra vez el momento exacto en que tu hijo sufrió la herida o en que el médico les dio el diagnóstico. Podrías, además, sentir ansiedad durante la consulta con tu propio médico, o incluso evitar los controles médicos debido a la “angustia por los resultados médicos”. También podrías tener dificultades para prestar atención en el trabajo o disfrutar de tu programa de televisión favorito.

¿Por qué sucede esto?

Podríamos establecer un paralelismo con lo que le sucede a un soldado en la guerra. Cuando un hijo sufre una herida o se le diagnostica una enfermedad, la vida cambia drásticamente en un instante. Es una situación muy angustiante a nivel emocional y se considera un evento traumático. Como les sucede a los veteranos de guerra, cuando las emociones angustiantes (también llamadas reacciones de estrés traumático) se presentan con frecuencia o durante un período prolongado (más de 3 meses), podrías estar experimentando trastorno de estrés postraumático, o TEPT. Puedes leer más sobre las reacciones a un trauma médico que se presentan en cuidadores.

Las emociones que experimenta cada familia después de recibir el diagnóstico de sus hijos varían y están relacionadas con las experiencias vividas. Podrías asustarte con más facilidad o sentir nerviosismo. También, podrías sentir que tu corazón late más rápido cada vez que suena el teléfono o sientes el olor a antiséptico para manos.

Podrías tener dificultad para conciliar el sueño o dormir. Y hasta podrías revivir en tu mente una y otra vez el momento exacto en que tu hijo sufrió la herida o en que el médico les dio el diagnóstico. Podrías, además, sentir ansiedad durante la consulta con tu propio médico, o incluso evitar los controles médicos debido a la “angustia por los resultados médicos”. También podrías tener dificultades para prestar atención en el trabajo o disfrutar de tu programa de televisión favorito.

¿Por qué sucede esto?

Podríamos establecer un paralelismo con lo que le sucede a un soldado en la guerra. Cuando un hijo sufre una herida o se le diagnostica una enfermedad, la vida cambia drásticamente en un instante. Es una situación muy angustiante a nivel emocional y se considera un evento traumático. Como les sucede a los veteranos de guerra, cuando las emociones angustiantes (también llamadas reacciones de estrés traumático) se presentan con frecuencia o durante un período prolongado (más de 3 meses), podrías estar experimentando trastorno de estrés postraumático o TEPT.

 

Las emociones que experimenta cada familia después de recibir el diagnóstico de sus hijos varían y están relacionadas con las experiencias vividas. Podrías asustarte con más facilidad o sentir nerviosismo. También, podrías sentir que tu corazón late más rápido cada vez que suena el teléfono o sientes el olor a antiséptico para manos.

Podrías tener dificultad para conciliar el sueño o dormir. Y hasta podrías revivir en tu mente una y otra vez el momento exacto en que tu hijo sufrió la herida o en que el médico les dio el diagnóstico. Podrías, además, sentir ansiedad durante la consulta con tu propio médico, o incluso evitar los controles médicos debido a la “angustia por los resultados médicos”. También podrías tener dificultades para prestar atención en el trabajo o disfrutar de tu programa de televisión favorito.

¿Por qué sucede esto?

Podríamos establecer un paralelismo con lo que le sucede a un soldado en la guerra. Cuando un hijo sufre una herida o se le diagnostica una enfermedad, la vida cambia drásticamente en un instante. Es una situación muy angustiante a nivel emocional y se considera un evento traumático. Como les sucede a los veteranos de guerra, cuando las emociones angustiantes (también llamadas reacciones de estrés traumático) se presentan con frecuencia o durante un período prolongado (más de 3 meses), podrías estar experimentando trastorno de estrés postraumático o TEPT. Puedes leer más sobre las reacciones a un trauma médico que se presentan en cuidadores.

¿Qué es el estrés traumático?

El estrés traumático es una reacción psicológica que algunas personas, incluidos los niños, tienen ante una experiencia profundamente angustiante o perturbadora. Estas reacciones pueden interferir en la capacidad de la persona para realizar actividades cotidianas o participar en ellas.

¿Por qué me siento así?

Como familia, tenían experiencias y creencias sobre la salud y la enfermedad, previas a la herida o enfermedad del niño. Estas experiencias y creencias incluyen cuestiones como:

  1. la mejor forma de cuidar la salud y la seguridad de tu hijo (y la tuya);
  2. tu capacidad y la de tu hijo para hacer frente a los acontecimientos, como un tratamiento doloroso;
  3. si los distintos tipos de enfermedades o heridas son potencialmente mortales;
  4. las maneras en que una enfermedad o una herida podrían afectar a tu hijo, a la familia y al futuro.

Después del diagnóstico, estas experiencias y creencias pasadas pueden influir en las formas en que tu hijo y la familia lo enfrentan. Los pensamientos y las creencias pueden ser útiles para enfrentar los desafíos de la enfermedad de un niño, pero también pueden ser angustiantes. Las creencias angustiantes no son problemáticas por sí mismas, pero pueden favorecer la aparición de sentimientos, comportamientos y formas de relacionarse que se vuelven preocupantes para tu hijo y la familia. Por ejemplo:

  1. Creer que “nuestros sueños para el futuro de nuestro hijo se han desmoronado” propicia la aparición de sentimientos de desesperanza.
  2. Creer que “estoy solo en esto” o que “nadie puede entender lo que siento” puede llevarte a evitar el apoyo social y alejarte de las personas.

Por otro lado, tú y tu hijo también pueden tener pensamientos y creencias útiles o adaptables sobre la capacidad para sobrellevar la situación, la fe o el futuro.

Por ejemplo:

  1. Creer que “la risa nos ayudará a transitar esto” puede favorecer el uso del humor como una herramienta para afrontar la situación durante el tratamiento.
  2. Creer que la familia se fortalecerá durante el tratamiento y después de este.

Es común tener creencias angustiantes y adaptativas sobre lo que ha sucedido, pero las creencias angustiantes suelen ser más abrumadoras porque se respaldan en emociones más fuertes. Es normal y está bien, aunque sea doloroso. Aplicar habilidades aprendidas para afrontar situaciones, tener conversaciones abiertas y confiar en el apoyo de amigos y familiares pueden ser estrategias útiles para abordar estos sentimientos.

¿Cuáles son los síntomas del estrés postraumático?

Recuerda que todos tenemos reacciones diferentes, por lo que tú podrías experimentar todos los signos y síntomas del estrés postraumático o ninguno. Ser consciente de tus emociones puede ayudarte a cuidarte y a buscar ayuda profesional cuando la necesites.

A continuación, detallamos los síntomas del estrés postraumático:

  1. Volver a los eventos relacionados con el diagnóstico, también llamado “reviviscencia”. Por ejemplo, “hasta el día de hoy, no puedo soportar el olor a antiséptico de los hospitales”.
  2. Mantenerse alejado de los recordatorios de la enfermedad, también llamado “evitación”. Por ejemplo: “lo bloqueo y trato de no pensar en la vez que estuve en el hospital”.
  3. Sentir ansiedad, nerviosismo o estar en alerta, también llamado “hiperexcitación”. Por ejemplo: “sé que los médicos dicen que ya no hay peligro, pero le tomo la temperatura a mi hija todos los días. Siempre tengo miedo de que pase algo malo”.
  4. Tener pensamientos y emociones negativos intensos (miedo, culpa, ira, tristeza, confusión) o tener dificultades para sentir emociones positivas. Por ejemplo: “si no hubiera hecho X o Y, mi hijo no se habría enfermado”.
  5. Experimentar otros síntomas, como desarrollar nuevos miedos o sentir desorientación, vacío o entumecimiento. Por ejemplo: “desde que mi hijo estuvo en el hospital, tengo terror de quedarme solo, nunca jamás me había sentido así”.
¿Por qué las visitas al médico son tan estresantes para los niños?

Las visitas al médico, a los hospitales y a las clínicas médicas pueden ser experiencias nuevas para los niños. Es posible que sientan inseguridad por ellos y por lo que les sucederá. A menudo, las visitas al médico se viven como aterradoras y estresantes. Son muchos los factores que contribuyen a este miedo y dependen de tu hijo, sus experiencias pasadas y el diagnóstico actual. Algunos ejemplos que podemos mencionar son estos:

  1. Un acontecimiento espantoso o impactante específico, como el primer diagnóstico
  2. Dolor o experiencias médicas dolorosas
  3. Contratiempos en el tratamiento
  4. Limitaciones físicas o impedimentos
  5. Incertidumbre constante sobre el diagnóstico y el futuro
  6. Malestar, angustia o tristeza de los padres
  1. El aspecto, los ruidos y los olores del hospital
  2. La separación de los padres
  3. Exposición a la angustia, el dolor o la muerte de otros pacientes
  4. Exposición a recordatorios de experiencias médicas traumáticas pasadas
  5. Sensación de muerte, al margen del pronóstico objetivo
Estos factores, también conocidos como “desencadenantes”, pueden generar un nivel de angustia considerable en algunos niños. Quienes tengan dificultades para lidiar con la angustia, podrían presentar reacciones de estrés traumático o trastorno de estrés postraumático (TEPT). Sin embargo, para la mayoría de los niños, la contención e información simple y adecuada para su edad serán suficientes para ayudarlos a enfrentar la situación.

¿Cómo afecta la edad de mi hijo sus reacciones?

Según la edad de tu hijo y la etapa de desarrollo en la que se encuentre, podrás notar distintos tipos de reacciones a su enfermedad o lesión.

  1. Niños pequeños
  2. Niños en edad escolar
  3. Adolescentes

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